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Profesor James Jenkins participa en investigación que descubrió un planeta con “nubes de metal” que actúa como el mayor espejo del Universo conocido

El profesor James Jenkins, del Instituto de Estudios Astrofísicos de la Universidad Diego Portales, es coautor de un nuevo paper publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, enfocado en un planeta que, según el académico del Diplomado en Astrofísica UDP, “no debería existir”.

Se trata del exoplaneta identificado como LTT9779b, de un tamaño similar al de Neptuno, y cuya proximidad a su estrella le permite orbitarla en menos de un día, además de proporcionarle temperaturas extremadamente altas. Entre otras características únicas, el objeto es capaz de reflejar 80% de la luz que recibe, lo que lo convierte en el mayor “espejo” que se conoce en el Universo: en contraposición, la Tierra refleja cerca de 30% de la luz proveniente del Sol, mientras Venus alcanza el 75%. Esta característica está relacionada con el hecho de que está cubierto de nubes metálicas, en su mayoría compuestas de silicato—compuesto de nuestra arena o vidrio—, mezcladas con metales como el titanio.

La investigación, ligada al proyecto Cheops de la Agencia Espacial Europea (ESA) fue dirigida por el astrónomo Sergio Hoyer, de la Aix-Marseille Université (Francia), y junto a Jenkins participaron investigadores del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), el Departamento de Astrofísica de la U. de Chile, el Observatorio las Campanas y universidades de Francia, Italia, el Reino Unido, Suiza y Estados Unidos. Además participó el estudiante del Doctorado en Astrofísica UDP Pablo Peña.

“Imaginemos un mundo en llamas, muy cerca de su estrella, donde flotan nubes pesadas de metal y llueven gotas de titanio”, describe el profesor Jenkins, también miembro de CATA. Se estima que, dada la proximidad a la estrella, el planeta LTT9779b alcanza temperaturas de 2.000 ºC, demasiado altas incluso para que se formen nubes de metal. Otra sorpresa son su tamaño y masa: no se conocen otros planetas con estas características con una órbita tan cercana a una estrella: un “año” en su superficie dura solamente 19 horas. En otros casos de órbitas de menos de un día, se trata bien de objetos formados de gas, como Júpiter, o rocosos y más pequeños.

“Creemos que estas nubes de metal ayudan al planeta a sobrevivir en lo que conocemos como el ‘desierto caliente de Neptuno’”, explica Hoyer. “Las nubes reflejan la luz y evitan que el planeta se vuelva tan cálido que pueda evaporarse. Al mismo tiempo, la alta presencia de metal hace que el planeta y su atmósfera sean demasiado pesados y más difíciles de destruir”.

Puedes revisar el comunicado de ESA (en inglés) en este enlace.