La señal de que el agujero negro se estaba alimentando de gas desapareció, quizás cuando una estrella interrumpió su banquete. Este evento podría entregar nueva información sobre estos misteriosos objetos.
En el centro de una galaxia lejana, un agujero negro consume lentamente un disco de gas que da vueltas entorno a él, como agua drenándose por una cañería. Un hilillo de gas es arrastrado a sus fauces, partículas de gas ultra caliente se acercan al agujero negro, por sobre y debajo del disco, generando un enceguecedor brillo de rayos X que puede verse a 300 millones de años luz desde la Tierra. No es extraño que estos cúmulos de gas ultra caliente , llamados coronas de agujeros negros, experimenten de manera regular cambios en su luminosidad, pareciendo 10 o 50 veces más brillantes u opacos a medida que el agujero negro se alimenta de estos.
Pero hace dos años, astrónomos observaron asombrados como los rayos X de alta energía de un agujero negro en el centro galáctico conocido como 1ES 1927+654 desaparecían por completo, volviéndose 10.000 veces menos brillantes en poco más de un mes. Casi de inmediato comenzó a repuntar y en seis semanas ya había regresado a su nivel de luminosidad normal.
La radiación en rayos X de la corona de un agujero negro es un producto directo de la cantidad de gas que el agujero consume, por lo que la extinción de la luz de 1ES 1927+654 significa que sus provisiones se acabaron. En un nuevo estudio, científicos teorizan que una estrella fugitiva pudo haber chocado contra el disco, dispersando brevemente el gas para probablemente terminar siendo absorbida por el agujero negro.
“Normalmente no vemos estas variaciones en agujeros negros en crecimiento”, explica Claudio Ricci, académico de la Universidad Diego Portales y autor principal de la investigación. “Es tan extraño que en un principio pensamos que los datos estaban errados. Cuando vimos que era real fue muy emocionante. Pero tampoco teníamos idea de con qué estábamos lidiando; ninguno de los colegas con los que hablamos había visto algo así”.
Aunque los astrónomos saben que casi todas las galaxias en el universo pueden poseer un agujero negro supermasivo en su centro, como el de 1ES 1927+654, todavía no comprenden a cabalidad cómo estos gigantes logran crecer hasta tener millones de veces la masa de nuestro Sol. Una posibilidad es que crezcan alimentándose del gas y otros materiales a su alrededor, proceso conocido como disco de acrecimiento. Ya que los agujeros negros no emiten ni reflejan luz no pueden ser observados de manera directa, por lo que la luz de sus coronas y discos de acrecimiento ofrecen formas de aprender sobre estos objetos oscuros.
La teoría de los autores es apoyada también por el hecho de que unos meses antes de que la señal de rayos X desapareciera, observatorios en la Tierra que capturan luz visible (la cuál puede ser percibida por el ojo humano) registraron que el brillo del disco aumentó considerablemente. Esto puede haber sido el resultado de la colisión inicial de la estrella contra el disco.
“Esto nos muestra que existe una clase de fenómenos de acreción en agujeros negros que no se conocía antes, y que puede llevar a la producción de una gran cantidad de radiación,” comenta Ricci. “La interacción entre una estrella y el disco de acreción de un agujero negro podría producir la destrucción de las partes internas de este disco”.
Pie de foto:
La ilustración de este artista muestra un agujero negro, rodeado por un disco de gas. En el panel izquierdo, una racha de escombros cae hacia el disco. En el panel derecho, los escombros han dispersado parte del gas, haciendo que la corona (la bola de luz blanca sobre el agujero negro) desaparezca.
Crédito: NASA/JPL Caltech